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Los materiales de base biológica para la impresión 3D han existido por un tiempo. El PLA, por ejemplo, es el material más común en la impresión 3D de escritorio. Si bien el PLA es fácil de imprimir, sus propiedades mecánicas dan como resultado una falta de funcionalidad industrial. Este ha sido uno de los factores que ha frenado su adopción en entornos de alta resistencia como la construcción .
Se aplican argumentos similares contra otros termoplásticos. Para remediar este aspecto, el proyecto BARBARA busca desarrollar nuevos materiales de alta resistencia y durabilidad que satisfagan las demandas de la industria de la construcción. Este proyecto europeo tiene como objetivo encontrar una nueva generación de plásticos de base biológica a partir de residuos alimentarios o subproductos agrícolas.
Proyecto Barbara
Este proyecto es una colaboración entre varias empresas de 11 países europeos. El objetivo final es producir 2 nuevos prototipos para mostrar las perspectivas de materiales funcionales destinados a la construcción. En lugar de recurrir a los medios tradicionales de producción de materiales, buscan soluciones sostenibles y económicas. Como resultado, empresas auxiliares como FECOAM y CARGILL están proporcionando residuos de alimentos para su procesamiento.
Los líderes del proyecto celebraron el primer encuentro en el que se perfilaron los objetivos y ambiciones de esta iniciativa en la ciudad española de Zaragoza. El proyecto tiene una duración de 3 años. Está sucediendo bajo la bandera del Programa Marco de la Unión Europea para la Investigación y la Innovación Horizonte 2020.
El proyecto es una colaboración entre proveedores de residuos alimentarios, universidades, empresas de investigación, empresas de envasado y procesamiento y empresas de construcción. La universidad italiana de Perugia supervisará todo este proceso.
Fabricación de materiales de impresión 3D a partir de desechos biológicos u orgánicos
El proyecto tiene algunas pautas sobre cómo deberían ser los materiales. En primer lugar, deben basarse en residuos alimentarios o subproductos agrícolas. El desperdicio de alimentos puede provenir de verduras, frutas y frutos secos como zanahorias, almendras o granadas. Subproductos agrícolas de cosas como el maíz.
En segundo lugar, los prototipos deben poseer propiedades mecánicas, térmicas, estéticas, ópticas y antimicrobianas específicas para que sean adecuados para su uso industrial. Parece que el proyecto está buscando estos materiales para una amplia gama de usos a juzgar por las altas demandas impuestas a los investigadores.
Este proyecto marca un paso no solo hacia materiales sostenibles sino también hacia posibles aplicaciones industriales. Ambos elementos impulsarán el uso de materiales de impresión 3D y aumentarán la necesidad de imprimir en aspectos importantes de la vida diaria.